Comodoro Rivadavia fue siempre el eje de su vida. Nació allí, fue donde dio sus primeros pasos con la pelota, volvió cada vez que pudo mientras jugaba profesionalmente y ya retirado desde fines de 2014 (lo hizo en Chile luego de jugar en la U Católica y en Universidad Concepción), regresó para quedarse. A Sixto Peralta, el Mumo, le quedó Racing marcado a fuego en su corazón pese a no haber nacido en los pasillos del Cilindro. Hoy, luego de haber oficiado de nexo insustituible para que Diego Milito haya ido a visitar el pasado fin de semana a la filial de Comodoro, se abrió a la charla con RdA.
-¿Qué es de tu vida?
-Me retiré hace algunos años y me vine a vivir a Comodoro Rivadavia, que es donde nací y donde vive toda mi familia. Acá tengo un campo ovejero y le dedico bastante tiempo. Y en paralelo a eso colaboro con la CAI (Comisión de Actividades Infantiles), el club del que salí. Básicamente, estoy a cargo del fútbol, desde Primera división hasta los más chicos.
-Tuviste tres pasos por Racing. ¿Te quedó algún cariño por la institución?
-Sí, obviamente, además toda mi familia del lado paterno es hincha: mi abuelo, mi papá, mis hermanos… fue una alegría enorme cuando me tocó llegar al club en 1999. En Racing viví tres etapas muy diferentes, pero todas lindas. En la primera, la situación era muy rara pero fue un momento muy sentimental para mí porque tenía sólo 19 años y vivía todo muy intensamente. Además, en cuanto a lo deportivo, me permitió dar el salto a Europa.
El de la temporada 2002/03, el año con Ardiles, fue el mejor equipo que me tocó integrar en Racing. Con ese me quedó la espina de no lograr ningún título porque quedamos afuera de la Sudamericana, contra San Lorenzo, por penales, y también por la misma vía en la Libertadores. Nos faltó muy poco para lograr algo importante.
Y la última etapa (2006/07) fue la que más sufrí porque fue la peor mía. Arrancamos con mucha ilusión y con la vuelta de Mostaza pero las cosas no se terminaron dando y, si bien disfruté de los tres pasos, ésta fue la más dura.
-¿Guardás algún objeto de esas épocas?
-Sí, siempre guardé camisetas. Y lo que hacía era, además de cambiar con rivales, hacerlo también con amigos que tenía dentro del plantel, cosa que uno muchas veces no hace. Del 2002/03 tengo el famoso buzo rosa de Campagnuolo, la camiseta de Milito del 99/2000, el año en que debutó, y muchas otras. Hoy son un muy lindo recuerdo.
-La de Milito del debut debe cotizar en bolsa…
-(Se ríe) Sí. Con Diego éramos ya amigos desde la Selección Juvenil e iba mucho a su casa. Con los años forjamos un lazo muy fuerte y tengo esa camiseta suya que debe valer muchísimo. Está bajo tres llaves, ja.
-Con otro con que compartiste plantel fue con Licha, ¿cómo lo recordás a él?
-En 2002/03 entrenaba con nosotros en Primera y lo conocí lesionado, sin todavía haber debutado. Lo único que me acuerdo patente es el primer reducido que hicimos juntos porque me sorprendió. Ya habíamos tomado confianza, lo llevaba en mi auto a las prácticas, pero no lo había visto jugar por esta lesión que arrastraba. No me olvido de la sorpresa que sentí en ese momento al verlo definir… Después de tanto tiempo de ver jugadores, uno se da cuenta al instante de cuándo uno es diferente, y con él me pasó eso.
-¿Te sorprende lo que él hoy genera en Racing?
-No, porque cuando se fue lo hizo en un nivel muy alto y haciendo goles importantes. En la despedida que se le hizo
-¿Seguís la actualidad del equipo de Cocca?
-Siempre. Miro todos los partidos y cuando estoy en Buenos Aires, voy a la cancha. Estoy muy en contacto con Diego (Milito) y me gusta chusmear con él, porque yo estoy lejos y hay cosas que no sé. A todos los clubes en los que jugué les guardo cariño, pero en los casos de Racing y de Huracán hay un poquito más, son casos especiales.
-Hace un tiempo fuiste noticia porque debutaste en Primera en un club de básquet, ¿de qué se trató todo eso?
-El básquet me gusta desde que era chico. Mi hermano jugaba bastante bien, llegó a integrar la selección de la provincia y yo miraba siempre la Liga Nacional. Al jugar profesionalmente al fútbol dejé de darle bola pero cuando me retiré me picó el bichito de nuevo. Un día, mientras el equipo de la CAI practicaba, el entrenador debió haberme visto con ganas y me dijo si no quería jugar con ellos en la liga de Comodoro. Fue difícil porque es un juego muy técnico pero por lo menos me mantiene el gustito de la competencia. Y sigo jugando, eh… el domingo pasado empezó de nuevo el torneo.
-¿Y de qué jugás?
-De ayuda base. Me río porque tengo que ayudar al base pero no tengo ni gol, ni nada, ja. Es medio loco porque lo que mejor hago es lo que peor hacía cuando jugaba al fútbol: marcar y salir de contragolpe. Cuando me preguntan siempre digo que mi mejor virtud es conocer mis limitaciones (se ríe).
Un gran jugador el Mumo, uno de los tantos cracks que pasaron por un Racing devastado institucionalmente y no pudieron dar todo el potencial que tenían.