¿Creés en el destino? ¿Tenemos un camino escrito? Decime si alguna vez no lo pensaste. ¿O es todo casualidad? ¿Tan exacta puede ser una mera coincidencia como para cambiarte la vida? Explicame, si no, cómo Diego Cocca y Gustavo Bou se encontraron en Racing. No como vidrio, eh. Sé que pensaste, como yo, como muchos, que era una locura fletar a Roger Martínez a Santamarina para traer a un tipo que venía de hacer ¡un gol! en Gimnasia. O contratar a un técnico de buena campaña en Defensa y Justicia. "¡Esto es Racing!", habrás puteado. Pero esto también es la vida. Donde menos lo esperás, te podés cruzar con el amor de tu vida. Contame, ahora, si la Pantera no te robó el corazón. El doblete a Boca en media horita, los piques y desmarques con Milito, con Lisandro. Algún gol a Independiente. Te confundió alguna pelea con la dirigencia, ¿no? Este se quiere ir. Fue una primavera. Se quedó pero sin las mismas ganas. Hasta alguna miradita de reojo en los ciclos de Sava y Zielinski... Pero volvió. Hablo de él y de Cocca. De los dos. Algo hay. Se retroalimentan. No puede ser coincidencia que este Bou, el de ayer, se parezca al mejor de su vida. Justo cuando en el banco se sentó otra vez Diego. No existen las casualidades. El fútbol es un breve resumen de la vida. Felicidad. Tristeza. Bronca. Abrazos. Llantos. Dolores. Desilusiones. Entonces hay un destino. Algo que todavía no entendemos. Algo inexplicable como ese golazo a Quilmes, que de 100 veces entra una y nos terminó dando un título...