El del domingo fue un partido durísimo (empate 2-2 ante Rosario Central, como visitante), en el que pudimos sobreponernos luego de estar dos goles abajo en el marcador y eso es valorable.
En la primera mitad no estuvimos bien con el juego y nos faltó posesión, además de estar imprecisos. Al equipo le faltaba conexión entre las líneas. Pero en el segundo tiempo mejoramos muchísimo desde el arranque. Los chicos hicieron un gran juego y terminaron dominando al rival en su propio campo.
Cuando ellos se pusieron dos goles arriba, se siguió apostando por el juego y pudimos imponernos. Eso, sumado al buen trato del balón, generó que descontemos por medio de Brian Alvarez y luego el empate llegaría con Fede Vietto.
Lo que más destaco es la humildad de Leandro Grimi, un tipo que fue campeón en 2014, a quien le tocó bajar a jugar con nosotros para tomar ritmo luego de una lesión y que le transmitió toda su experiencia a los pibes. Fue el capitán y la bandera del equipo. Que haya vuelto a jugar es una alegría enorme.