A la historia grande de un club la construyen tanto los buenos como los malos momentos. Y vaya que Racing la pasó mal. Idas y venidas, roces con el abismo y miradas de refilón con la desaparición. Uno de los momentos clave, de aquellos donde se juega todo, fue la promoción ante Belgrano en 2008. Un frío junio donde el calor de la gente y de un hincha necesitado de purgar afecciones, acompañaron a la Academia en una tarde soleada.
Racing venía de empatar por uno a uno en Córdoba, por el partido de ida. Ante la incertidumbre y los corazones salidos del pecho, Avellaneda no dejaba de ser una fiesta. Ni al comienzo ni al final. Maxi Moralez marcó el primero a los diez, tras una pared majestuosa con Facundo Sava del equipo de Llop. Los Matías, Gigli y Suárez se perdieron mil chances, pero la certeza de que el empate del Pirata nunca llegaría estuvo recién al final.
Podemos verla una y mil veces sin entender cómo esa acción afortunadamente no terminó en gol. Inexplicable la forma en que Claudio Bustos cae destartaladamente con el arco vacío, sin poder meterla. Con Martínez Gullotta ya vencido y el paraguayo Marcos Cáceres ya lamentándose por lo que sería el tanto del empate. Durante mucho tiempo, Bustos intentó buscarle una explicación a su no gol. Es cierto, a Belgrano le faltaba uno más para mandar a Racing a la B. Pero ese tanto podría haber hecho los últimos minutos aún más dramáticos y hasta haber cambiado para siempre la historia de la Academia.
Una charla imperdible de RdA con el hombre de la caída, que luego de masticar bronca tirado en el suelo, miró a su alrededor y fue el primero en saber que la Academia se quedaría en Primera. Antes que nadie. Racing de Alma y Claudio Bustos, mano a mano. 11 años después de aquel tropezón.
El no gol de Bustos a Racing
-¿Qué es de tu vida hoy en día?
-Estoy muy bien gracias a Dios, disfrutando mi tercer hijo, que llegó después de muchos años. Hoy en día trabajo en el Poder Judicial de San Luis por la mañana y por la tarde, dirijo una categoría del club Estudiantes de San Luis que juega en AFA.
-¿Cómo viene esa nueva faceta de entrenador?
-Bien, muy tranquilo, tratando de volcar todo lo que uno aprendió en cada club donde estuve afuera. Me tocó irme de mi ciudad casi 15 años y bueno, ahora que me toca dirigir quiero volcar toda esa experiencia y que eso me dé las armas para que los chicos puedan llegar lo más alto posible. Como formadores, pretendemos que lleguen preparados y mentalizados para jugar en el Federal A y que Estudiantes no tenga que salir a buscar refuerzos afuera. No hace mucho que dirijo pero es algo muy lindo.
-Ya pasaron 11 años y nadie olvida esa promoción de 2008 con Racing, ¿veían imposible o por lo menos muy difícil ganar en el Cilindro?
-(Ríe) Muchos recuerdos lindos no tengo, je. En el primer partido en el Chateau (Carreras, estadio Kempes), hacía un frío terrible, no nos sacamos mucha diferencia. En Avellaneda creo que fue todo nuestro, ese día me tocó ir al banco porque en la ida lo había visto adelantado a Martínez Gullotta, le pegué de mitad de cancha y ahí sentí una molestia en el cuádriceps. El domingo en el Cilindro no estaba ni para ir al banco pero Mario Gómez, que era el DT, me pidió si podía ir aunque sea al banco, que en el segundo tiempo alguna me iba a quedar. Y bueno, me quedó la más fácil de todo el partido, que fue la más evidente. Porque también hubo tiros en los palos, chances de Matías Suárez, Matías Gigli, Gullotta fue figura también y encima nos hace el gol de arranque Maxi Moralez. Nosotros habíamos creado ese deseo de ganarle a Racing.
-¿Cómo recordás esa jugada donde te caíste con el arco solo?
-Creo que ese día contra Racing, la pelota no tenía que entrar. Me marcó mucho tiempo esa jugada. Ese gol errado con Racing me marcó mucho en mi vida y en mi carrera futbolística. Lo recuerdo como algo anecdótico, de lo que siempre se acuerdan. Creo que Dios ese día quiso que me resbalara, me cayera, que no hiciera el gol y bueno, me tocó a mí. Pero guardo una alegría enorme de haber podido jugar esa promoción y de haber podido maltraer a un equipo como Racing.
-Podemos verla una y mil veces y la imagen es increíble. ¿Todavía te cuesta entender cómo fue que trastabillaste?
-Sí. Viene un pelotazo y sale Gullotta. Recuerdo que venía con la marca del paraguayo Cáceres y en vez de tirársela por arriba al arquero, la dejo y le paso por el costado, lo que hizo que se chocaran entre ellos. Con tanta ansiedad de querer definir la jugada, me apuro e intento empujarla con la izquierda pero sin saber que el arco estaba un poquito más hacia mi izquierda. Me apuré a definir por los nervios quizás, por un montón de cosas. Por algo pasan las cosas. Fue algo muy doloroso para mí, recuerdo que ese día lloré todo el viaje desde Buenos Aires a Córdoba. Me costó mucho tiempo olvidarlo. Incluso cuando volvimos de las vacaciones, me proponen firmar tres años más de contrato y yo al año me quise ir porque no me sentía bien. Aunque la gente coreaba mi nombre porque antes de llegar a esa promoción, estuvimos muchos partidos sin perder y tuve un récord de goles de nueve goles en siete partidos consecutivos. Pero el más fácil lo erré, el fútbol es muy ingrato.
-¿Creés que el contexto y el jugar ante tantos hinchas rivales también fueron determinantes?
-Puede ser, pero no creo que haya pasado tanto por ese lado. En Alberdi nosotros estábamos acostumbrados a jugar ante tanta gente, eran nervios de jugar una final y tener que ganarla. Era el minuto 42 del segundo tiempo y teníamos que hacer un gol más. Ese día el silencio de la gente de Racing era muy grande también, porque Belgrano estaba haciendo las cosas muy bien. Tuve la oportunidad de jugar tres clásicos en el Chateau que explotaba, eran nervios lógicos, porque ese gol nos acercaba un poco más.
-Una vez en Córdoba, ¿hubo algún dirigente que te haya acusado de algo o sufriste alguna amenaza por parte de algún hincha?
-Nooo, jamás. Es más, a mí se me terminaba el contrato esa temporada y me renovaron por tres años más. Ni los dirigentes ni mis compañeros, jamás me dijeron algo. Y los hinchas, cuando reanudamos el campeonato de la B Nacional y jugamos la segunda fecha en Alberdi, el recibimiento de los hinchas fue muy lindo. Jamás sentí nada de eso, sólo que fui yo mismo el que después se sintió mal, siempre yo. Por eso después me quise ir y cambiar de rumbo.
-¿En algún momento fuiste consciente de que ese gol, no sólo hubiese podido cambiar la historia de Belgrano sino también, la de un grande como Racing?
-Sí, fui consciente. Igual íbamos perdiendo y nos faltaba hacer un gol más aparte del que no pude convertir. Sí o sí, teníamos que ganar ese partido, porque Moralez ya había puesto en ventaja a Racing. Uno se pone a pensar eso, que con tantos goles errados, iban 42 minutos del segundo tiempo y teníamos que hacer uno más, quizás eso lo hace menos dramático. Ese es el consuelo que me queda, son jugadas desafortunadas y esa vez me pasó a mí.
Gracias Bustos, x errarle al arco. Q manera de sufrir ese dia. Gullota era horrible, pero fue parte del plantel q nos salvó.
Ciego y sordo el muchacho
Despues hay giles que dicen qu tenemos mala suerte, en 2001 Cardetti erra un gol increible, en 2014 el gol de pavot a Funes Mori, en 2019 el gol de Solari a Tigre, jajaj los virgenes desde 2002 nos quieren decir mufas, hay q ser Boludos!!!