Cuando hay hambre, 17 minutos pueden ser una eternidad. El apetito es de los pocos sentimientos que el hombre no puede controlar. Si lo tiene, lo tendrá hasta encontrar algo de alimento. Marcos Acuña, nuestro Huevo, demostró que se moría de hambre del bueno. Que daba los dos pulmones en la altura de La Paz con tal de ponerse la celeste y blanca, y correr al menos unos minutos en la altura de La Paz. Qué le iba a importar que la Selección ya iba perdiendo 2-0. Tenía ganas nuestro volante por izquierda. Palabra que sobra, o al menos es difícil de encontrar a simple vista, en varios jugadores de Argentina. No puede ser casualidad que junto a Pratto y Pizarro, dos del "recambio", haya mostrado algo de oxigenación dentro de un equipo oxidado. Acuña tendrá que empezar a jugar más en el equipo de Bauza. Muy posiblemente significará que Cocca lo pierda en la próxima fecha FIFA y que llegue alguna oferta imposible de rechazar. Pero, créanme, no hay satisfacción más grande que ver cómo un jugador de Racing les demuestra a los millonarios de Europa por dónde es el camino.