Nada es casualidad. No ocurre porque sí. Hay algo que los une más allá de la pelota. Se miran y se entienden. Uno sabe cuando alentarlo, retarlo o pincharlo para que explote. El otro, tiene el compromiso de devolverle toda esa confianza cuando pocos creían en él. Gustavo Bou y Diego Cocca. Pilares del Racing campeón y de los principales cimientos de esta nueva estructura.
En poco, muy poco, Cocca logró que la Pantera vuelva a ser ese delantero temible y brillante. Lo hizo sentir importante nuevamente. Incluso, sin Lisandro López a su lado, Gustavo recuperó su nivel. El socio perfecto de Milito, de Licha y, sin dudas, del entrenador campeón que pidió como primera instancia que continuara en el club. Porque cuando el DT firmó su segundo cicló en el club, él tenía un pie y medio afuera. Pero fue el primer refuerzo. Y lo esta demostrando en este arranque de 2017 arrollador.
Y mucho tiene que ver el técnico en esto. "Cocca confió en mí cuando nadie lo hacía", dijo el delantero. Y algo de razón tiene. Llegaron juntos a Racing, allá por junio de 2014. También de la mano consiguieron la gloria. La Pantera, con él en el banco jugó 61 partidos y convirtió 30 goles: medio gol por partido. Tremendo, con las garras afiladas para devorar a cualquier presa. Ah, y fue el goleador de la Libertadores 2015 (con ocho tantos).
Pero todo cambió en 2016, cuando su DT preferido no estuvo en el club. Cayó en un pozo que parecía dificil salir y, entre lesiones y bajos rendimientos, comenzó a encender la alarma. En 30 partidos disputados (Con Zielinski, Sava y Ubeda) apenas marcó 10 tantos.
Se miran. Sonríen. Con dos palabras se entienden. No necesitan más. Una relación más allá de técnico jugador. Algo diferente que genera un compromiso mayor. Hay algo en Bou...