En los momentos de máxima tensión y ansiedad, nada como confiar en las cuestiones que mayor garantía otorgan. Licha López, claro está, es una de ellas. Se avecina una verdadera final con Tigre y genera seguridad que el capitán de Racing tenga un temple de acero. Así lo ha demostrado en cada paso de la Academia en esta Superliga. Incluso, cuando las aguas estaban turbulentas tras la eliminación en la Copa, fue el primero en dar una conferencia de prensa y alinear nuevamente a la tropa.
Lisandro es la carta ganadora que tiene el conjunto de Avellaneda. Y de cara a la visita en Victoria hay una estadística que ilusiona. El delantero de 36 años acumula 17 goles en lo que va de la Superliga, de los cuales más de la mitad los convirtió fuera del Cilindro. Un dato esperanzador de cara al encuentro frente al Matador.
Desde la primera fecha mostró que quería el título más que ninguno. En Tucumán, ante Atlético, Licha convirtió un golazo al ángulo para abrir el partido. Finalmente, fue 2 a 2 ante el Decano. Ya en la séptima fecha, el capitán anotó de penal ante Argentinos Juniors en la Paternal para estampar el 2 a 0 final.
En noviembre, Racing visitó el Bosque. Fue goleada tres a cero de la mano de un Lisandro imparable: esa tarde clavó un doblete. Dos fechas después, ante Talleres en Córdoba, nuevamente el mejor futbolista de la Superliga frotó la lampara: doblete en el estadio Mario Alberto Kempes para el 3 a 1. Cambió el año pero López no perdió la costumbre. En la reanudación ante Aldosivi en Mar del Plata, metió el segundo tanto de Racing de penal. Fue 3 a 1.
El gol más especial
El último gol que marcó Licha como visitante fue en la fecha 20°, justo cuando el equipo más lo necesitaba. A los seis minutos del segundo tiempo, con el clásico de Avellaneda 1 a 1, Alan Franco le cometió infracción a Cvitanich dentro del área. El arbitro no dudó. Penal. Esa pelota pesaba mil kilos. Sólo él podía hacerse cargo de tamaña responsabilidad. Lisandro López tomó carrera, la soltó como una lágrima al palo izquierdo de Campaña y puso el 2 a 1. Su noveno tanto en lo que va del certamen en condición de visitante. Falta el número diez. Ese que puede cerrar una temporada soñada y desatar la locura. Sólo uno más, capitán.