Las dos caras de la década de Racing

Para llegar a este presente hay que mirar para atrás el camino recorrido. Porque no todo es casualidad o tan solo un buen momento. En el medio hubo un tiempo de incertidumbre pero no fue más que eso. Como dijo alguna vez Rubén Paz:, “Racing es un gigante que estaba dormido. Ahora va por todo”. Y así fue. En esta última década se dejó atrás la etapa negra y de a poco se empezaron a escribir varios hitos que quedarán en la historia. 

La Academia arrancó el 2010 como siempre: con ilusiones. Ilusión de dejar en el olvido la etapa del gerenciamiento, de no ir más a La Plata para ver si el fin de semana podía jugar (dependía del juez Gorostegui) y no pensar más en la maldita Promoción. Todo esto lo vivió en los 20 años anteriores. Por eso rompió el mercado y se encendíó la llama del “Ojalá se nos dé”. Llegó Claudio Bieler, campeón y goleador de la Copa Sudamericana 2009 con Liga de Quito, Roberto Ayala, histórico central de la Selección, Lucas Licht, un tres regular de Gimnasia, y Gabriel Hauche. 

El sábado 30 de enero de ese año, con un calor impresionante, la gente se ilusionaba con una victoria 3-0 ante Rosario Central, con goles de Pablo Lugüercio, Matías Martínez y Bieler. Pero como dijo alguna vez “Mostaza” Merlo, “vamos paso a paso”. Antes de pensar en campeonar había que soltar la calculadora. Y se logró. Tras doce fechas de pelearla y con algún traspié en el camino, Racing puso la cabeza en otro lado, terminó octavo y afuera de la Promoción. 

El arribo de quien hoy es referente en Racing

En medio de este proceso inicial, llegó Iván Pillud en agosto de 2010. Desde ahí la mentalidad empezó a cambiar de a poco por más que hubiera alguna turbulencia en el medio. Siempre lejos de la zona caliente, llegó el subcampeonato en el Apertura 2011, el de la Copa Argentina 2012 y el debut de jóvenes promesas del club: Rodrigo De Paul, Bruno Zuculini, Ricardo Centurión, Valentín Viola y tantos más. 

Luego de pelear varios campeonatos entre los primeros diez y clasificar a torneos internacionales, pasó por un impasse. Con el rival de toda la vida jugando el ascenso, la Acadé terminó el 2013 y comenzó el 2014 con dos malas campañas (en las posiciones 19 y 18 respectivamente). Pero con un colchón de puntos que lo aliviaba para no agarrar la calculadora. Y llegó un pilar importante para el cambio de paradigma. 

Ese 31 de agosto se confirmó la vuelta de Diego Milito a la institución. Luego de la eliminación en Copa Argentina, tres fechas sin ganar y con 14 refuerzos, algunos cuestionados. Racing se reinventó y cortó una racha de trece años sin campeonar. En 2015 peleó el campeonato, en el que terminó cuarto, y la Copa Libertadores. A su vez, rompió otra racha: volvió a vencer a Independiente en condición de visitante tras 14 años. Ese 29 de noviembre, Racing ganó 2-0 en la Pre liguilla a la Libertadores del 2016 con goles de Gustavo Bou y Oscar Romero. Por más que perdió la vuelta, terminó clasificando. 

El adiós a la calculadora

Líneas arriba hablábamos de que no quería mirar más para abajo y soñar arriba. En la primera parte del 2016 llegó el torneo de los 30 equipos y la Academia finalizó sexta en su zona. En el siguiente torneo, que se convirtió en anual sin divisiones, ocupó la cuarta posición y el segundo lugar en la tabla de promedios. Esa preocupante tabla con la que lidió durante tantos años, mirándola de refilón, ahora la observa desde arriba.  

Milito y Saja ya se retiraron del fútbol profesional. Volvió Lisandro López y se consolidó Marcos Acuña. Se mantenía Pillud en el primer equipo. Además, nuevos jugadores de la cantera empezaron a relucir: Matías Zaracho, Brian Mansilla y Lautaro Martínez. En finales del 2017 se armó una secretaría técnica con Milito a la cabeza y la dirección técnica de Eduardo Coudet. Sin chance de Copa Libertadores en 2019, se formó un equipo para pelear el torneo. 

Terminó puntero el 2018 luego de liderar en las trece fechas y debía mantener el ritmo en el 2019. Lo hizo. Dejó de lado la Copa Sudamericana, venció a Independiente de visitante y sumó esos puntos de oro que terminaron con la consagración del 31 de marzo de 2019, con la igualdad en uno ante Tigre de visitante. Intentó reinventarse en el torneo 2019-20 y, aunque le costó, se mantuvo siempre cerca. Pero no había mejor manera de cerrar una década en crecimiento que con un campeonato. Y también lo consiguió. Le ganó a Tigre y conquistó el Trofeo de Campeones. Que este crecimiento no quede estancado y que en la próxima década Racing termine de despertarse y vuelva a dominar.