Licha, el más campeón de todos en Racing

La cara con vestigios de acné juvenil, la sonrisa de adolescente feliz, las piernas delgadas. Cabrón, siempre. Sensible. Autoexigente. Pasional. La fractura en un metatarsiano, lo que había postergado su debut en Primera, había sido el escollo inicial de los que afrontó en Racing.

Aquel obstáculo se le presentó poco antes de su estreno, en 2003, dos años después de su llegada a la Academia. De un camino de ilusiones rotas, de dolores físicos y del alma, de un regreso que terminaría siendo con gloria. La que vino a buscar a Avellaneda, con la determinación que intentó -con éxito- contagiarles a sus compañeros de ayer y de hoy.

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A los 36 años, con la sabiduría de la experiencia y el entusiasmo de un juvenil, Lisandro López gritó el grito más soñado. El deseo más alimentado. "¡Campeón"!, Licha salió campeón. Todo Racing lo fue, pero nadie como él. Porque nadie como él, justamente, demostró tantas ganas de conseguirlo adentro de la cancha. Con más hechos que palabrerío. Con la prédica del ejemplo.

"¿Cuál es el secreto para que corra tanto a su edad"?, han preguntado, incluso, desde otros clubes. Se puede dar una respuesta con varios argumentos. Primero, su altísimo nivel de profesionalismo. Luego, todo lo demás: la jerarquía, el hambre, el espíritu amateur, el compromiso, la persecución incansable de un título, la sed de superación. Su mentalidad ganadora, por sobre todas las cosas.

Cuando asustó a todo Racing

Su continuidad en Racing estuvo seriamente en jaque. La eliminación de la última Libetadores, tras la goleada 3-0 sufrida a manos de River, lo había dejado tambaleando. En una historica conferencia de prensa, Lisandro expuso el corazón roto, con declaraciones sentidas que conmovieron a propios y extraños. Resignado estaba. Demolido. Él mismo puso en duda que siguiera en el club luego de diciembre pasado. Pero la sed de ganar un trofeo con esta camiseta pudo mucho más.

Y Licha tuvo la recompensa. La suya fue la de todo Racing. Porque todo Racing se encolumnó detrás de esa obsesión del capitán. "Deseo a muerte ser campeón", reveló quien fue todo en Racing. Fue tristeza cuando se lesionó una rodilla. Fue solidaridad. Talento innato. Despliegue. Liderazgo. Transmisor de sensaciones. De frustraciones y de desahogos.

Un tremendo goleador

Y goles, metió muchos goles. Tantos que ni él lo esperaba, según sus palabras. Terminó la Superliga como el máximo artillero, con 17 gritos. Otra vez goleador de un torneo, como lo hizo en el Apertura 2004, cuando metió 12 y se convirtió en el primer jugador surgido de la cantera del club en liderar esa tabla de un certamen corto.

"Vení, vení, bailá conmigo, que un amigo vas a a encontrar, que de la mano, de Licha López, todos la vuelta vamos a dar", le cantaron sus compañeros y le cantará un Cilindro de fiesta el próximo, ante Defensa y Justicia, un enorme escolta. Licha, en sí, fue un canto a la perseverancia y honró el sentido de pertenencia. La descarga, un día, llegó en ese festejo emocionante junto al resto de los futbolistas que lo abrazaban en la cancha de Tigre. Ellos también fueron hinchas de Lisandro.

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