Nunca, o casi nunca, esbozará una sonrisa durante la charla. De inicio, fija su mirada sobre la mesa, concentrado en la elaboración de cada respuesta y se restrega el ojo izquierdo con frecuencia. Serio, formal, sobrio en su vestimenta, tranquilamente podría pasar como bancario. Cuando la conversación se orienta hacia su juego y principios -irrenunciables-, Marcelo Díaz se distiende. Porque le fascina transmitir el amor por la pelota. Un respeto por ella que sale de su boca y se traduce en el campo. A los 31 años, Chelo le brinda a Racing toda su calidad al servicio del buen trato del balón. A uno o dos toques, presionado o no y con resolución desde ambos perfiles, el chileno se convirtió en la salida limpia del equipo. En el primer pase siempre pulcro, la movilidad para ser opción de recepción, la capacidad de direccionar cada inicio de jugada con buenas elecciones. El termómetro en el manejo de tiempos. La inteligencia en la ocupación de lugares vacíos como relevo. Un amante del fútbol bien jugado, de personalidad fuerte e incipiente condición de líder. Abre sus páginas, le cuenta a Olé cuáles son sus mandamientos y lo que se encontró en la Academia.
-¿Cómo fue que te enteraste de que te quería Racing?
-Lo que pasó fue así: el Chacho me llamó directamente por teléfono a México y me dijo que quería que viniera a Racing. En ese momento yo lo estaba pasando bastante bien en Pumas. Era el segundo capitán, me sentía muy respetado y cómodo, en el equipo y en el país. Pero Racing hizo una oferta que el club aceptó sin comunicarme nada. Y luego, cuando pasaron las horas, todo se encaminó. Tuve que cambiar de aire, de país, y no me arrepiento para nada de haber llegado a Racing.
-¿Y con qué te encontraste?
-Me llamó mucho la atención su gente, lo apasionada que es. Te sigue a todas partes, nunca te deja de alentar. Están todos en las buenas y en las malas. En el club se hacen las cosas bastante bien. Los lugares de entrenamiento que tenemos están de buena forma. Me ha sorprendido todo para bien.
-¿Era una cuenta pendiente para vos vivir el fútbol argentino?
-Sí. De hecho, lo pensé. Antes de regresar a Chile, quería jugar en la Argentina, conocer la pasión que se vive aquí. Y no me equivoqué. En este momento lo estoy haciendo de buena forma. Me pone muy contento poder revalidar todo lo que pensaba del fútbol argentino. La verdad, se siente muy rico.
-Después de estar en México, ¿necesitás adaptación a este juego?
-Solamente quiero volver a ser el combativo que fui en algún momento. En México jugaba más relajado, con otra idea. Acá el Chacho la tiene muy clara y los jugadores, también. Somos un grupo muy unido. Aquí todos nos rompemos el corazón y las piernas entrenando y jugando. Eso es muy rico de ver.
-También les está yendo muy bien a Arias y Mena, tus compatriotas. ¿Qué te provoca eso?
-Me llena de orgullo que se hable de los chilenos. Soy un tipo que siempre se fija en lo grupal y me alegro mucho, primero por el portero Arias, que lo está haciendo muy bien y es nominado a la selección chilena. Y luego también me da mucha alegría que al Chueco Mena le vaya bien. Lo conozco hace mucho tiempo, sé la calidad de persona y jugador es. Acá lo está demostrando.
-¿Y qué pensás de todo lo que se habla de vos en Racing?
-Siempre prefiero hablar en la cancha antes que afuera. Afuera sólo la gente se tiene que preocupar de hablar. Yo me mantengo al margen de todo eso.
-¿En Chile están muy pendientes de ustedes tres?
-Pasa que en este momento todo es positivo. Estamos ganando, vamos primeros en la tabla, hay tres chilenos acá, con uno en la selección... Al final, llama la atención en Chile porque Racing está haciendo las cosas muy bien. Pero no me quita el sueño eso. Sigo trabajando de la misma forma. Con la prensa chilena no hablo y prácticamente no lo haré tampoco. Me corresponde hablar solamente en el país donde estoy jugando, que es aquí. Y con gusto lo hago.
-¿Imaginabas que te ganarías la titularidad tan rápido? En el semestre pasado, Nery Domínguez jugó muy bien.
-Tengo claro que al puesto no lo tengo asegurado. Solamente debo competir día a día para estar en el once inicial. Cada semana la comenzamos todos desde cero y el técnico es quien decide quiénes jugarán el fin de semana. Soy un trabajador y no regalo nada.
-A propósito de no regalar nada, ¿qué cuestión no podés permitir que le falte a tu juego?
-Primero y principal, no puede faltarme la entrega adentro de la cancha, siempre tratando de quedar exhausto. Si es posible, tengo que morirme adentro de la cancha. Tengo que ayudar a mis compañeros, tratar de estar en todas partes para ser un alivio. Con la pelotita no puedo fallar ningún pase. Tengo que demostrarles a mis compañeros que la única verdad en el fútbol es la pelota. Es como lo único que nosotros podemos hacer daño.
-¿Sos de los que se desespera cuando pasás un rato sin tocarla?
-Es que me siento útil con ella. Mi único caballo de batalla, mi gran fortaleza, es la pelota. Esto lo pude llevar a cabo en Alemania (jugó en Hamburgo). Porque yo no podía competir de cabeza con los tipos ni iba a chocar en un cuerpo a cuerpo con ellos. Lo que me iba a hacer fuerte era el balón. Y eso hasta el día de hoy lo mantengo. Vengo con mucha experiencia, trato de jugar lo más simple que se pueda. El fútbol es simple. Y tengo que ser apoyo para mis compañeros. No tengo que perderme y quedarme sólo con la primera jugada. Hay que tratar de hacer dos, tres, cuatro, cinco toques. O los que sean necesarios.
-¿Esa claridad la fuiste puliendo?
-Cuando era más joven, en algún momento no le dí mucha importancia a la pelota. Pero al ir madurando, te das cuenta de que acá está todo escrito. Hay que leer los libros y ver jugar a los grandes equipos para entender que la única verdad es la pelota. Es así como lo veo e intento llevarlo a la cancha.
-¿Es como un mandamiento para vos el respeto por el balón?
-No puedo fallar nunca. Cuando me pongo una camiseta blanca y celeste, mi meta, mi misión, es entregársela siempre a los del mismo color. Si se la doy al árbitro o a los de la otra camiseta, estoy defraudando mi pensamiento. Si fallas un pase, vas generando incertidumbre e inseguridad. Y es justamente lo que a mí, por lo menos, nunca me tiene que pasar. Debo ser el jugador más seguro para contagiarles eso a mis compañeros.
-¿En algún momento de tu carrera fuiste más aguerrido que ahora?
-Ha cambiado mi juego en ese sentido, pero sigo corriendo los 10, 11 ó 12 kilómetros por partido. Ahora sé correr mucho mejor. En la posición donde juego debo estar siempre corriendo, en movimiento, para ser opción de pase o resolver los problemas que te genera el rival. A pesar de que ya tengo 31 años, estoy muy bien en lo físico. Me entreno impecablemente.
-¿Cómo terminás los partidos?
-Agotado, pero muy bien. Sólo me basta un día para recuperarme. En esto influye mucho lo que hagas en la vida personal. Si después de un partido te vas de joda o sales con tus amigos... Si no descansas, lo vas a sentir en la vuelta al entrenamiento. Después de cada partido, me voy a mi casa a descansar y estar de buena forma. Aprendí que hay que ser muy profesional en todo sentido. Cuidarse en las comidas, dormir bien. Si no, eso te pasa las cuentas y luego vienen las lesiones.
-Decís que aprendiste. ¿Antes no tenías esa conducta?
-Me preocupaba más por lo que pasaba afuera de la cancha que adentro. No me cuidaba lo necesario. Estaba actuando mal, me perjudicaba a mí mismo. Lo puedo contar con propiedad. No lo digo con orgullo, pero me hace bien decirlo proque ya es un tema pasado y me hace ser quien hoy soy realmente.
-¿En qué te descarrilabas específicamente?
-Si jugaba un sábado, esa misma noche me iba de fiesta. Si iba a la selección chilena, también salía de fiesta. Son cosas que al final te van perjudicando. Al tema no le daba la importancia necesaria. Muchas veces, cuando los futbolistas llegamos a la cima, nos creemos intocables y sentimos que el mundo se rinde a nuestros pies. Y no es así. Lo mejor que le puede pasar a un jugador es tener la experiencia de otros jugadores que hayan pasado por lo mismo para que lo interpreten de buena forma.
-¿Y qué opinás de Centurión, que ha tenido problemas extrafutbolísticos?
-Me tocó verlo cuando recién llegué...Pero ese tema ya es pasado. Ricky ya lo tiene más que asumido. Está siendo un jugador muy profesional y competitivo, aunque ahora lamentablemente esta lesión le juega en contra (NdeR: se recupera de una distensión en un isquiotibial).
-¿Cómo sos de la cabeza?
-Estoy muy maduro, muy pleno. En México encontré una estabilidad y equilibrio emocional que me hicieron ser lo que soy ahora. Trato de entregarles paz, sabiduría y confianza a mis compañeros y a la gente con la que estoy.
-¿Por tu personalidad te empezaás a sentir líder en el vestuario?
-Líder en sí, nunca me creí. Solamente trato de mostrar mis experiencias como jugador, sean buenas o malas. Eso es lo único que te va haciendo hombre y te permite crecer. El mejor respeto que un futbolista puede tener, es con su carrera. La mía no ha sido opacada con malos actos, sino que ha sido muy profesional, siempre con respeto hacia mis compañeros.
-¿Qué te provoca el hincha de Racing en el Cilindro?
-Cuando veo a la gente que alienta, me hace jugar con el corazón caliente y la cabeza fría. Me los quiero comer vivos a todos los rivales, en el buen sentido. La mejor comida que puedo tener es la pelota. Con eso sé que a los rivales les va a afectar. Si tengo yo la pelota, me la van a querer quitar. Y si no se las presto, se van a cansar. Y ahí, entonces, se van a crear espacios dentro del campo y nosotros vamos a poder ir ganando centímetro a centímetro, tal vez como se hace en el rugby, hasta llegar a un arco rival que en algún momento se va a abrir para que caigan los goles.
-A lo largo de tu carrera, ¿te diste cuenta fácil cuando un compañero reguló?
-Sí, pero eso en Racing no pasa. Veo a todos mis compañeros jugar de una forma... Jugamos como si el mundo se acabara mañana. Hay una intensidad increíble, mis compañeros no dan ninguna pelota por perdida, se tiran de cabeza a todas... Si hay que ayudar a un compañero que se resbaló o falló un pase, aparece otro para auxiliar. En este grupo todos se tiran de cabeza por todos.
-¿Qué jugadores del plantel te sorprendieron más cuando llegaste?
-Licha, que tiene una personalidad muy fuerte. Es un ganador. Javi García también es un grande, un crack. Pillud, con su experiencia, no ha sido citado a los últimos partidos, pero trabaja con alegría y le da para adelante como loco. Nerí Cardozo, Nery Domínguez, Augusto Solari... Es un grupo bastante exigente y muy profesional. Todos me han gustado y espero que esto siga creciendo.
-El grupo está con la idea fija de ser campeón y lo dice públicamente. ¿Cómo te llevás con esa postura?
-Muchas veces ponerte la chapa de candidato es meterte presión extra y que todos estén en contra tuyo. Ser campeón yo lo pongo como un objetivo. Pero un objetivo final... Tengo que pensar en el día a día, en entrenarme duro, en enfocarme de muy buena manera para jugar los partidos y ganarlos. No está mal decirlo, pero también hay que hacerse cargo de ello.
-¿Cómo es tu relación con Coudet?
-Se ve en los entrenamientos, je. Cada vez que estamos haciendo un trabajo, cuando les doy algún mensaje a mis compañeros, luego Chacho los revalida. Porque tenemos el mismo pensamiento y él ve en mí a un buen intérprete.
-Si pudieras elegir a un jugador chileno para traer a Racing, ¿quién sería?
-Sin dudas. Charles Aranguiz (Bayer Leverkusen de Alemania). Si me consultaran los dirigentes, lo pediría a él.
Excelente refuerzo un jugadorazo el chileno !!
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