Un 27 de Diciembre como hoy, pero 16 años atrás, Racing se consagraba campeón del Apertura 2001, cortando así una racha de 35 años sin títulos locales. Seguí leyendo esta nota de RdA para emocionarte con aquel título inolvidable del equipo de Mostaza Merlo
Transcurría el último mes del 2001 y el país atravesaba un momento de crisis y turbulencia tanto en el plano político, como en el social y el económico. Tal era la gravedad de la situación que se estaba viviendo en la República Argentina que se había postergado la última fecha del Torneo Apertura a disputarse el domingo 23 de diciembre por el tamaño de los incidentes suscitados los días 19 y 20. La Academia de Reinaldo Merlo necesitaba justamente de ese partido final, contra Vélez en Liniers, para poder consagrar una campaña brillante, que lo tenía como líder con tres unidades de ventaja por encima del River dirigido por Ramón Díaz.
El sentimiento de incertidumbre y ansiedad compartido por los millones de racinguistas fue lo que impulsó a que muchos hinchas hicieran el reclamo pertinente ante Futbolistas Argentinos Agremiados (la entidad que nuclea a los jugadores profesionales) para que se disputaran los dos partidos que pudieran definir el campeonato. “Todo ese momento de incertidumbre nacional fue duro para todos. No era un sentimiento egoísta, sabíamos lo que pasaba en el país pero también queríamos cerrar el campeonato por lo que habíamos luchado hacía seis meses y encima que tenía una carga de 35 años sin ser campeones”, contaba en la semana crucial Pepe Chatruc, y hasta Mostaza Merlo repasaba sus sensaciones en esos días definitorios: “Esa noche previa en la que iban a definir si jugábamos o no el último partido con Vélez no dormí, tenía mucho miedo de que lo pasaran para febrero. Nosotros sabíamos que el país estaba en llamas pero queríamos coronar el torneo”.
Luego de muchas idas y venidas, se confirmó que los partidos Vélez-Racing y River-Rosario Central se jugarían el jueves 27 por la tarde, quedando suspendidos el resto de los encuentros. Las entradas para ir al Amalfitani estaban agotadas desde hacía más de una semana, luego de que los hinchas acamparan en las boleterías del Cilindro, aguardando por la ilusión. Ante tantas muestras de fidelidad, fanatismo y delirio en el público, se decidió que las puertas del Cilindro también se abrieran para que la gente que no pudiera concurrir a Liniers lo siguiera en pantalla gigante desde el Cilindro.
La jornada del jueves venía siendo húmeda y calurosa desde temprano, fue alternando con cielo despejado y lluvias a partir del mediodía. La inestabilidad del clima reflejaba el nerviosismo lógico de los racinguistas, que estaban ante una posibilidad inmejorable de campeonar tras varias décadas sin poder hacerlo en el ámbito local.
Mucho antes de que comenzara el partido, ya estaba colmada la cancha de Vélez y también el Estadio Presidente Perón. Si alguien se pensaba que el cotejo ante el Fortín iba a ser sencillo, seguramente se dio cuenta cuando pitó Brazenas que nada de eso iba a ocurrir. El conjunto local dirigido por Edgardo Bauza se plantó de igual a igual contra la Academia de Mostaza y el primer tiempo fue de trámite sumamente friccionado. Para que las palpitaciones del hincha académico fueran en aumento como marca su historia, River se floreaba con fútbol y goles en su partido paralelo y ponía en jaque a Racing, que si quería dar la vuelta olímpica esa misma tarde no podía tener un traspié.
El alivio y la primera gran explosión de esa tarde para entonces nublada se dio a los ocho minutos del complemento, cuando el gladiador Gabriel Loeschbor pudo capitalizar con su cabeza un gran envío del colombiano Bedoya, vencer al Gato Sessa y poner a Racing delante en el marcador. La euforia, la efervescencia y la algarabía iban en aumento, hasta que a casi quince minutos del final, el atacante velezano Chirumbolo encontró el empate para el conjunto local y le puso una dosis elevada de sufrimiento y suspenso a la jornada.
Esos minutos finales fueron no aptos para cardíacos. Mostaza hacía tantos cambios como cuernitos fueran posibles para que la historia terminara cuanto antes, la multitud multiplicaba su aliento pese a la incertidumbre y hasta tuvo el condimento de que Sessa, un ex arquero de la Academia, fuera a buscar al área contraria un cabezazo para arruinarnos algo que ya era impostergable. El pitazo de Brazenas desató la alegría, la emoción, las lágrimas, los festejos, las promesas y todo lo que a uno se le ocurra no sólo en los jugadores, cuerpo técnico, dirigentes e hinchas que coparon los dos estadios, sino en los millones de racinguistas que un 27 de Diciembre pudieron gritar campeón. Un grito atragantado en el plano local desde hacía 35 años, desde aquel título en el año 1966, cuando al equipo lo dirigía el gran Tito Pizzuti.
Un Racing campeón formado en la inteligencia de su entrenador Mostaza Merlo, que había llegado al club a principios de ese año y que fue vital para preparar cada uno de los partidos, dar vuelta resultados impensados (San Lorenzo o Estudiantes en La Plata, por mencionar algunos), tener motivados a todos sus dirigidos y ser detallista hasta en sus declaraciones con la prensa (“Se acabó el Paso a Paso, ahora vamos a salir campeones”, había dicho luego del empate en la antepenúltima fecha contra Banfield).
Un Racing campeón sustentado en un arquero sobrio y seguro como Gustavo Campagnuolo, quien arribó a la Acadé proveniente de San Lorenzo y fue decisivo a lo largo de toda la campaña.
Un Racing campeón armado con una defensa aguerrida compuesta por la experiencia del capitán Úbeda, el juego áereo de Loeschbor (el de los goles importantes contra el Rojo, San Lorenzo y Vélez), el equilibrio de Pancho Maciel, las escaladas del Pelado Vitali sobre el sector derecho (¡Qué pedazo de centro contra el Rojo!), en la categoría de Gerardo Bedoya (¡Golazo contra River!) y en la energía de Chiche Arano.
Un Racing campeón apoyado en un mediocampo combativo con la garra incansable del Polaco Bastía, el polifuncional Mellizo Gustavo Barros Schelotto, el criterio y los goles del Pepe Chatruc, las apariciones de Leo Torres y el cambio de ritmo del colombiano Viveros.
Un Racing campeón gravitante en la ofensiva con la picardía del Chanchi Estévez para definir y erigirse como una de las figuras de aquel equipo, en la clase de un joven Diego Milito que ya asomaba y en el oportunismo de Rafael Maceratesi.
Un Racing campeón que será recordado como un gran equipo que tuvo el plus de jugar 19 fechas con una mochila de 35 años. Que tuvo garra, coraje, juego, paciencia y que de la mano del Paso a Paso quedará marcado para siempre en los corazones de todos los hinchas de la Academia.
Por todos ellos, por todos nosotros, por todo Racing. ¡Salud campeón!
Vélez 1: Sessa; Fuentes, Méndez, Dudar; Somoza (ST 18' J. Gutiérrez), Falcón, F. Domínguez, Hidalgo; Gracián; Nanni (ST 26' Chirumbolo) y D. Husaín. DT: Edgardo Bauza.
Racing 1: Campagnuolo; Maciel, Loeschbor, Ubeda; Vitali, Bastía, Bedoya; Gvo. Barros Schelotto (ST 46' Arano), Chatruc; Estévez (ST 40' Viveros) y Maceratesi (ST 26' Milito). DT: Reinaldo Merlo.
Cancha: Vélez. Árbitro: Gabriel Brazenas. Goles: ST 8' Loeschbor, 32' Chirumbolo. Amonestados: Ubeda, Méndez, Falcón y Viveros. Expulsado: ST 37' Gutiérrez. Recaudación: $ 1.074.000.
Notón Miguel!!! Vivir eso fue indescriptible. Abrazo grande!!!
Gracias
todavia me acuerdo en la cancha llorando como un pibe abrazado a mis hijos , las mismas que se me caen ahora con el recuerdo, despues de tantos anos de todas malas , por suerte ellos lo pudieron ver campion de chicos.
Idea para Milito:
No lo puede convencer a Bastia se quede a ensenarle a los chicos que juegan de 5 en las inferiores como se tiene que jugar de 5