Nació algo que irá más allá de seguir ganando clásicos

A estas líneas podría darle, otra vez, tintes épicos. Porque callar a casi 50.000 personas cuando el equipo peor la pasaba, y a sólo cinco minutos de final, vuelve a ser un fin de novela ideal. Como los que nos tiene acostumbrado Racing en el clásico contra Independiente en los últimos años. A la mente me viene rápido la chilena de Lisandro, el pase a una Copa Libertadores, el 3-1 de 2019 para ir por el título, el de penal de Copetti en el último minuto... El de los nueve jugadores y la banana del Chelo Díaz, por supuesto. La Acadé se encargó de empezar a poner la historia en el lugar donde supo estar por más de 70 años. El 2-1 de este sábado también se puede poner en esta lista de ridiculización al eterno rival. Pero no quiero ahondar en este tema. Esta vez no.

Quiero resaltar el tremendo poder de convencimiento de Fernando Gago. Si nos convenció a muchos de nosotros que no confiábamos en sus capacidades (y soy el primero en reconocerlo y ofrecer disculpas), cómo no hacerlo con un grupo al que ve todos los días. Si Racing le ganó el clásico a Independiente terminó siendo por esta determinación lograda por el cuerpo técnico. Si analizamos la jugada del 2-1, ¡a los 40 minutos del segundo tiempo!, veremos cómo Gonzalo Piovi saca un centro desde tres cuartos de campo rival y Facundo Mura entra en diagonal al área del Rojo.

La tremenda jugada en el gol del triunfo

Los dos laterales, en cancha visitante y con el equipo sufriendo el 1-1, generaron el gol del triunfo. ¿Se piensan que es casualidad? No lo es. Tampoco es inconciencia. Es fe. Es hambre. Es voracidad. Es el estilo que impuso Gago. El de jugar sin vergüenza. El de ir. Muchas veces arriesgando. Porque, al final de cuentas, el que no arriesga no gana. No lo hubiera hecho la Academia si no desprendía a sus dos laterales en el final del partido para encontrar a Copetti.

Es esta fe que mueve montañas. Es la mística que empieza a crearse. Noto un hambre desmedido en este plantel de Racing. En estos jugadores. En este cuerpo técnico. Me encanta. En mis casi 38 años de vida no recuerdo un equipo que en tan poco tiempo haya pasado de las sombras a la luz plena en puñado de partidos. Se entiende desde una pretemporada entera, como dijo Lolo Miranda, y desde el contagio.

Racing, se vio con Independiente, siente que se lleva a todos por delante

Yo me quedó particularmente con esto último. Porque sigo insistiendo en que a este plantel le falta recambio. Mauricio Martínez volvió a terminar jugando de interno y el exhausto Copetti se quedó en cancha porque no había otro centrodelantero. Qué suerte, nos terminó dando un gol que me dejó sin voz. Literal. Son cosas que salen bien cuando la vibra es positiva y los jugadores sienten que pueden pasar por arriba a cualquiera. Es la cabeza.

Celebro que Racing, confirmado en el clásico contra Independiente, se haya reencontrado con el fuego sagrado que tuvo con Eduardo Coudet. Los Gómez, Mura, Insúa, Piovi, Miranda, Moreno, Copetti son jugadores a los que miramos de reojo y nos demuestran que tienen un hambre de gloria descomunal. A ellos se le suma un Sigali que entendió perfecto lo que se espera de un capitán dentro de la cancha, un Alcaraz con nivel europeo y un Hauche rejuvenecido 15 años. Estoy contento por ganar otro clásico, pero mucho más porque esto parece que no termina acá. Hace mucho que no nos daban ganas de que llegara rápido el fin de semana para ver otra vez jugar a Racing. Gracias y perdón, Fernando Gago.