Para retratar esta historia se puede comenzar recordando una frase de una canción muy recordada en el mundo del rock nacional. “Los caminos de la vida, no son los que yo esperaba, no son los que yo creía, no son los que imaginaba...”, narró alguna vez Vicentico. Estas vivencias involucran a un ex Racing que pasó inadvertido en su estadía en Avellaneda, pero antes y después de ello fue marcado por un par de hechos particulares.
Gastón Andrés Javier Cellerino Grasso fue futbolista de la Academia durante el Apertura 2011. Llegó procedente del Livorno de Italia, junto a Brian Sarmiento (desde el Real Betis) para potenciar al equipo que conducía Diego Simeone. Pero nunca trascendió... En gran parte de los partidos se sentó en el banco de suplentes y sólo en dos ocasiones actuó: en el empate 0-0 frente a San Martín de San Juan y en la derrota 3 a 2 a manos de Belgrano. Como llegó, se fue...
“El Dura”. Simplemente, porque pasó de todo antes y luego de arribar a la zona sur del Gran Buenos Aires. Nació el 26 de junio de 1986 en Viedma, la capital de Río Negro. Tras probarse en River y Boca, hizo todas las inferiores en Deportivo Patagones, club que militaba en el viejo Torneo Federal C. Por su capacidad goleadora, en el 2007 le llegaron ofertas desde el exterior y una de ellas fue Unión San Martín de Porres, en Perú.
Allí comenzó su carrera de trotamundo, un pichón de Abreu. Después de coronarse campeón en la liga peruana, emigró a Uruguay para jugar en Peñarol. Pero no jugó ni un minuto... Al siguiente campeonato se fue a México, a los Alacranes de Durango. Su paso por allí tampoco dejó un grato recuerdo.
Las situaciones insólitas del ex Racing
“Vivía en una residencia de tres pisos que tenía 20 habitaciones y 15 baños. Al principio estábamos bien, pero a los días empezamos a sentir ruidos extraños. Parecían chicos corriendo en la planta baja. Una noche sentí que golpearon mi puerta y no sabía qué hacer. Me encerré en el cuarto sin querer abrir", arrancó en una nota al diario La Nación.
Gastón continuó con su relato escalofriante: "Al otro día le pregunté a un compañero si había sido él y me contestó que no, que a él le pasó lo mismo. Alguien golpeó su puerta. Mi habitación estaba en el primer piso y cuando sentía los ruidos no quería ni salir, bajar la escalera era de terror. Pasaban los días y me costaba dormir. En un entrenamiento me desmayé del cansancio. Cuando me preguntaron mis compañeros, les conté. Se volvieron locos y les exigieron a los dirigentes que me sacaran de ahí. Ese lugar era un orfanato y lo habían cerrado porque varios chicos habían muerto ahogados en los baños”.
Como haría la mayoría, no volvería a ese lugar después del momento vivido y siguió recorriendo el mundo. Tras un buen paso por Rangers de Chile, se mudó al Livorno de Italia y luego recaló en el Celta de Vigo de España. Posteriormente desembarcó en Racing y de ahí volvió para el suelo trasandino. En 2012 se fue a Unión La Calera, donde parecía que renacería su carrera. Comenzó bien, convirtiendo muchos goles, pero se vio contrastado con un hecho lamentable.
Durante un partido con Santiago Wanderers, su equipo perdía 2 a 0. Tras una discusión con el arquero rival, Mauricio Viana, le propinó una patada en el pecho, digna de la escuela de Erick Cantoná.Según contó el atacante, el guardavalla le había dicho que se iba a acostar con su madre y hermana al mismo tiempo: nada justificaba esa reacción violenta. Tan criminal fue la patada que se retiró esposado del estadio.
El 14 de noviembre de aquel año, la jueza Victoria Toledo, que estaba a cargo de lo acontecido, le dictó arraigo nacional (no podía salir de Chile), imposibilidad de acercarse al damnificado y de 540 días a tres años de prisión. Luego de estar una semana preso, gracias la mediación de un empresario de Livorno (era dueño de su pase), lo dejaron en libertad con la condición de enseñar fútbol en las escuelas. Además, le aplicaron siete fechas de suspensión.
Pero esta historia no termina ahí. Tras su vuelta efímera a Livorno, recaló en Santiago Wanderers. Si, al equipo de Viana, el arquero al que había agredido y al que, en su momento, tenía imposibilidad de acercarse. De enemigo a compañero y compinches en el vestuario. Increíble pero real.
A los 33 años, hoy Cellerino juega en Deportes Temuco de Chile, de la Segunda División de Chile. En el medio pasó por New York Cosmos de Estados Unidos, Bolivar de Bolivia (le convirtió un gol a Racing por Copa Libertadores en 2016), Universidad de Concepción, Felda United de Malasia y Deportivo Pasto. Una vida de película la del delantero argentino.
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Muy bueno lo de Deportivo Pasto
Un trotamundos, pero porque en ningún club se asentó. Lo de la experiencia con los Alacranes de Durango da para novela de Stephen King. Hablando de fantasmas, me gustaría saber qué es de la vida de los 4 paraguayos que trajo a Racing Gustavo Costas: Ávalos (el peor 9 que vi en la Acadé), Hilario Navarro (el traidor), Cáceres (todavía lo odio por el error en el partido de ida con Belgrano) y el hermano malo de Salcedo.