Me prendí en una jodita que terminó siendo un error muy grande para mi carrera". Esa "jodita" de la que habla con tanta espontaneidad fue una trampa. El inicio de un callejón que se le angostó cada vez más hasta acorralarlo, apretarlo, encerrarlo. Recién entrado en la adolescencia, Brian Fernández abrió las puertas de la droga y al día de hoy pelea para encontrar las llaves que la cierren, con él definitivamente del lado de afuera. Es una lucha diaria que está superando, pero cantar victoria, en estos casos, sería otra equivocación grosera.
Lo que sí puede gritar a los cuatro vientos es que está renovado en su espíritu. Después de sus faltazos sin aviso a la prácticas de Racing, de cansar a todos por su mala conducta, el delantero halló un bálsamo en Sarmiento. Estará sólo cinco partidos más en Junín (a préstamo sin cargo ni opción de compra), aunque eso no lo desanima. Menos, luego de haber debutado con un gol. Fue 1-4 ante Talleres, pero Brian ganó su propio partido: volver a sentirse útil. "Ese gol significó mucho en lo personal. Fue una alegría muy grande para mí. Ojalá siga convirtiendo, me pone muy feliz", le dice a Olé en un charla sin filtro en la que se atreverá a contar lo que nunca antes había declarado.
-¿Qué fuiste a buscar a Sarmiento?
-Necesitaba mucho salir un poquito de ese ambiente que me hacía muy mal y yo mismo generé. Me estaba perjudicando. Sarmiento fue mi salvación. Me siento muy bien, tranquilo, cómodo. Empecé una etapa muy linda, trataré de aprovechar al máximo estos cinco partido que me quedan. Después volveré a Racing, como corresponde, y se verá si seguiré o no.
-¿Te arrepentís de algo por tu conducta en Racing?
-No me arrepiento de nada. Pero muchos piensan que yo me cagué en Racing, y eso no es verdad. Hoy me pongo a pensar... Y tuve actitudes de pendejo. Me pasó a mí como le pudo pasar a cualquier otro chico. Como en Racing no venían bien las cosas para mí, esto de Sarmiento fue un alivio importante. Me va a hacer muy bien, fue un buen cambio. Vine a disfrutar a este club humilde. No pasa por una buena campaña, así que mi desafío es mucho más grande.
-¿Cómo te sentiste en este último tiempo en Racing?
-No estaba muy bien anímicamente, más que nada por lo futbolístico. Ya tenía dos o tres chicos por encima mío porque venían haciendo las cosas bien y no faltaron nunca a los entrenamientos. Cosas que yo no hacía... Le erré. Algún día me gustaría agradecerles a todos mis compañeros de Racing, sin vergüenza ni nada. Ahora tengo que mirar para adelante, ni siquiera hacia los costados.
-¿Por qué razones faltaste a varias prácticas?
-Sinceramente, me levantaba sin ganas de ir. Y me quedaba durmiendo. Era algo depresivo, no tenía fuerzas de ir sabiendo que ni siquiera iba a poder hacer fútbol. Me faltaba motivación, no me sentía tan importante. "Vos tenés que sentirte importante porque lo sos", me decían. Pero yo no lo veía así.
-Cocca dijo que hizo todo lo posible para ayudarte. ¿Quedaste en deuda?
-Decepcioné a todos, lo sé. A mis compañeros, al cuerpo técnico, a la dirigencia... No toda, pero la mayoría de la gente tuvo opiniones muy feas hacia mí. Y no quiero darle tanta importancia a eso.
-¿Qué fue lo que hicieron por vos en Racing?
-Todo, hicieron todo. Desde el más chico hasta el más grande. Hasta los más pibes me daban consejos, así que imaginate... Siempre hice lo que quise en Racing, realmente fue así. Pensaba que estaba haciendo las cosas bien, cuando era todo lo contrario. Esto es una parte de mi aprendizaje para que el día de mañana no me vuelva a pasar. Será la última vez que me voy a equivocar. Sé que no tengo más margen de error en mi vida, ésta es mi última chance. Y quiero aprovecharla.
-¿Alguna vez pensaste que no volverías a jugar?
-Se me pasaba siempre, pero siempre por la cabeza. La semana pasada, cuando no fui al entrenamiento de Racing, mi mamá me preguntó si había vuelto a consumir. "No, mamá, no. No quiero jugar más a la pelota, ya me tienen cansado todos diciendo que volví a consumir", le dije. Me bañé, me acosté y ella se volvió a Varela, llorando. Al otro día fui a Racing, me hicieron un estudio que salió negativo y volví a mi casa. Agarre mis botines, mis ojotas, el bolsito y partí a Junín. Ni dudé dos segundos cuando se me dio la oportunidad.
-¿Por qué en marzo abandonaste el tratamiento en la clínica de Quilmes?
-Fue una decisión mía, y no sé si fue un error. Igual, seguí en comunicación con la gente de ahí. Iba todos los miércoles y jueves. Sin ganas, pero hacía el esfuerzo... Era lo mismo que la nada. Y un día no quise ir más. "No tengo ánimo ni para ir", les explicaba. Quizá eso me jugó en contra, pero siempre estuve en contacto con ellos.
-¿Cómo llevás va la pelea contra la adicción?
-Como una lucha del día a día. No puedo equivocarme con ninguna sustancia más. Y siento que tengo las herramientas adecuadas, estoy fuerte para no consumir más.
-¿Cómo te enfrentás a las tentaciones?
-Son muy difíciles esas cosas. Por ahí tenés amigos que pensás que no se drogan y lo hacen. Trato de tomar distancia de esas cosas. Yo salí de ahí y quiero seguir por este camino, que sé que es el bueno. Me superé muchísimo.
-¿En este tiempo alguien te ofreció drogas?
-No, me alejé de esa gente. Las veces que me iba a Santa Fe era a la casa de mi novia. Estaba con ella y con mi familia, te lo puede decir todo el mundo. La única vez que le erré fue cuando fui al estadio de Colón. Y quiero remarcar esto: el otro día mi representante se confundió. Dijo que fui a ver el clásico de Santa Fe, pero yo estuve en Colón-Atlético Tucumán.
-¿Cuándo fue la primera vez que consumiste?
-A los 14 años. No sabía ni lo que hacía. Después empecé a juntarme con gente mala. Bah, no sé si gente mala. Ellos hacían lo que les parecía que estaba bien. Los seguía para sentir lo mismo que ellos. Nadie me obligó a hacer nada.
-¿Y cuándo consumiste por última vez?
-Cuando me saltó el antidoping, contra River.
-¿Qué mensajes les darías a quienes son adictos?
-Que se aferren a su familia, que se dejen ayudar y sigan los consejos. Tienen que alejarse de los amigos malos. No hay más que seguir por la recta derecha. Hoy tengo una meta y quiero llegar. Nada puede desviarme. Tengo un proyecto muy lindo en esta nueva etapa que arranqué.
-Hablás como si fuera una resurrección personal lo de Sarmiento...
-Siento que volví a nacer como futbolista. Lo del otro día fue como debutar de nuevo. Tengo pasión, ganas, entusiasmo, felicidad... Sé que me va a ir muy bien porque estoy con todas las pilas puestas.
Antes de acudir a CentraQ (Centro de Tratamiento de Quilmes), Fundación que abandonó en marzo porque "no tenía más ganas de ir (era un tratamiento ambulatorio)", Brian Fernández afrontó una etapa de rehabilitación muy estricta en México. Mientras cumplía la suspensión de un año y medio por su caso de doping en el partido ante Montevideo Wanderes (por la Copa LIbertadores 2015), el delantero de 22 años estuvo internado en una clínica de Tijuana, donde atravesó momentos muy duros, tales como extrañar a su hija o estar incomunicado algunos meses. Nunca más se olvidará de lo vivido.
"Estaba arriba de una montaña, con el mar al lado. La gente no tiene ni idea de lo que yo sufrí. Tampoco le debe importar... Pero sufrí mucho para hoy poder estar limpio. Muchísimo, muchísimo, eh. Muy lejos de mi familia, de mi país", arranca Brian. La voz se le torna temblorosa cuando se pone a recordar cada situación difícil: "Podía hacer sólo una llamada por teléfono cada tres meses, sin ver a nadie. Fue feo, muy jodido. Sentí que estaba en una cárcel. Seis meses pasé ahí adentro. Todos los días me ponía a llorar. Fue durísimo".
Se embala en el relato Brian. Hace catarsis, utiliza la conversación como un desahogo. Quiere que todos sepan lo que experimentó. Ylo que aprendió, claro. Hoy, a la distancia, les da más importancia a las cosas cotidianas. "Me levantaba temprano y hacía lo que ellos llaman los servicios: darles de comer a unos perros, a unos caballos, limpiar los vidrios y un campito que había para jugar a la pelota, barrer una pileta... Hacíamos eso para pensar y valorar más lo que teníamos afuera. Recapacité mucho".
Evoca, también, los lamentos frente a un calendario simbólico que se consumía y le daba la espalda, lejos de la pelota. "Lo que más bronca me daba era sentir que perdía días ahí adentro. Era como estar en la nada. Fue fortísimo. Te puedo asegurar que si te llevo a vos a ese lugar, no aguantarías ni media hora", le dice a este periodista. Encima, tenía problemas para relacionarse con los otros pacentes. "Como casi todos los chicos eran de Estados Unidos, no entendía nada de lo que hablaban. Igual, la gente fue muy amable conmigo".
Al menos, podía descargar energía a través de tareas físicas o despejarse con algo de lectura. "Me entrenaba ahí adentro sobre una cinta, subía y bajaba una escalera para no perder tanto tiempo. Ya veces estudiaba. Así dejaba de pensar un poco en mi hija, que era muy chiquita. Me dolía mucho estar ahí. Hoy disfruto cada momento con ella, disfruto un poco más las cosas", cierra Brian, hoy compañero de casa de Walter Busse, en Junín.El 9 de enero último quedó habilitado para volver a jugar. Pero una llegada tres horas tarde a la última práctica, previa al viaje a Mar del Plata, hizo que Cocca lo llevara recién para la mitad de la pretemporada. En Racing hicieron todo. Lo contuvieron, le hablaron (incluido el psicologo), le tuvieron tolerancia. Pero no alcanzó. Y se cansaron todos. Fue un desgaste generalizado. Necesitaban una separación.
Fuente: Diario Olé.
Autor: Nicolás Montalá.
Este chico merece otra oportunidad en racing, tal vez no ahora, o si, pero tiene todo para dar vuelta si historia en este club