Un sábado diferente, nublado y pesado que daba la pauta de que en cualquier momento la lluvia se haría presente. Desde Constitución, tomamos el tren Roca, que cuenta con varios ramales para facilitar el traslado a montones de los ciudadanos de la zona sur. Nos subimos al que visita los barrios de José Mármol y Rafael Calzada, mientras pensaba, “¿Cómo me sentiría al meter el gol definitorio para ascender con Racing?”. La respuesta no la tengo, pero sé de alguien que lo vivió y se lo preguntaré. Néstor Sicher, aquel defensor que metió el gol del ascenso en 1985. Bajé en Claypole, la última estación, caminé dos cuadras hasta el Club La Saeta, que cuenta con tres canchas de fútbol repletas de gente, y pregunté por él. Se asomó, con una gorrita y el bigotito característico. Mientras cargaba el termo para unos mates, quise despejar la duda.
-En Racing convertiste sólo un gol y encima el del ascenso...¿ Qué sentiste?
-Parecía que estaba tocado por una varita. Después de tanto sacrificio y en el último partido, tener la suerte de hacer un gol, para mí fue muy lindo. Haber culminado ese año con un ascenso y el gol fue la frutilla del postre.
-Encima la agarraste desde lejos en una jugada rápida...
- Cordero inteligentemente sacó el córner corto y la verdad es que cerré los ojos, le pegué y se metió ahí. Salí corriendo para todos lados, vueltas carnero, fue algo bárbaro. Cuando entró no lo podía creer.
- ¿Qué recuerdos te quedaron de Racing en el 85?
-Fueron importantes en mi carrera, la importancia de haber ascendido en un equipo grande... Hice todas mis inferiores en Lanús y tuve la suerte de pasar a un equipo grande como Racing, con la responsabilidad que había de ascender en el segundo año que estaba en la B. Todo terminó bien, con los objetivos cumplidos y para mí fue una enorme alegría, un enorme recuerdo y hoy mismo sigo sintiendo el mismo amor que cuando jugué.
-¿Cómo era el clima cuando llegaste?
-Era difícil porque cuando arrancó el torneo el DT era Agustín Mario Cejas, una persona excepcional. Cuando los resultados no se dan, el primero al que miran es al técnico. Ahí empieza un poquito la desesperación. Después llegó Cayetano Rodríguez, que quiso implementar una forma de juego en el que el equipo no encajaba y tampoco le fue bien. Nosotros no respondíamos bien tampoco. Y la verdad, cuando llegó el Coco Basile en esa última etapa cambió la mentalidad, nos hizo ver la realidad, en dónde estábamos jugando, qué nos estábamos jugando y qué necesitaba la institución. Esos dos meses con el Coco fueron trabajo a full. Ahí demostramos garra, hombría y fútbol. No es casualidad que el campeonato ya estaba lejos. Central tenía un equipo parejo y se cortó un poquito. Nosotros en el octogonal demostramos que éramos un equipo duro e importante en esa categoría.
-¿Te imaginabas a principio del año 85 cerrar el año como lo cerraste?
-No, eso era inimaginable. Lo que sí te vas dando cuenta a medida que pasaban los partidos es la presión y lo que uno tenía que poner dentro de la cancha para ganar los partidos. Entonces, es como que uno, si no se mete en la piel de esa camiseta, seguramente no va a rendir.
-Hablaste de Agustín Cejas...¿Cómo era?
-El mejor, una persona excepcional. Yo lo tenía como ídolo como jugador y escuchar que te hable y transmita conceptos para un jugador como yo era muy importante. Tenía ganas de ir corriendo a abrazarlo.
-¿Y Gustavo Costas?
-Era un chico que estaba en las Inferiores y que tuvo la desgracia de vivir el descenso. Él transmitía ese sentimiento de ser hincha para jugar los partidos. Cuando entraba sentía eso, el amor por el club. Un tipo fenomenal, bárbaro y lo que siente por Racing es algo grandioso.
-¿Tuviste la oportunidad de tener llegada a Tita Mattiussi?
- Tuve la suerte de conocerla, de saber lo que ella dio y daba por el club. Era algo espectacular, en ese año también andaba por el club Corbatta, era algo indescriptible.
-¿Cómo los trataba con el momento que pasaban?
- Como hijos, era espectacular. El jugador de Racing para ella era un hijo más. “Hay que ganar”, “Hay que jugar”, “¿Y qué pasa chicos?”, “¿Qué pasa nene?” Una fenómena.
-En el 84, Racing se enfrentó a Lanús en el octogonal. Attadía y vos en Lanús, Matuszyck del lado académico e intercambian los roles al siguiente año. ¿cómo vieron ese partido que fue muy polémico?
-Fue polémico por el arbitraje. Eso ya pasó, el partido había que jugarlo, lo más anecdótico fue que se tuvo que jugar lo que faltaba de ese partido en Atlanta.
-En tres canchas se jugó...
-En ese momento teníamos que hacer tres goles. Hicimos dos y el partido termina antes. Ese partido, el árbitro era Emilio Miscic. Era una cosa del reglamento y del arbitraje. Sentimos impotencia, porque teníamos un buen plantel ese año. Pero bueno, se dio así y ya pasó.
-Luego del partido frente a Atlanta en la ida se enteraron de que no había ventaja deportiva. ¿En qué contexto pasó y cómo cayó la noticia?
-Todo comenzó en el octogonal, que fue sufrido y difícil. Jugamos el primero con Banfield, que ganamos 3-0, y la revancha en Vélez que perdimos 0-3, clasificamos por estar mejor en la tabla. Ahí, de goles no se habló. Después vino Quilmes, que pasamos los partidos sin problemas. Por último llegó este partido con Atlanta, que en la ida ganamos 4-1 y dos días antes de la revancha nos enteramos que no servía la diferencia de gol. Estábamos sorprendidos, calientes, pero otra no quedaba. Nos olvidamos de todo eso, salimos a la cancha como teníamos que salir, porque no era un rival fácil. Hice el gol, nos empataron y estuvimos sufriendo en el final. Un par de sofocones, pero en el balance de los 180 minutos, fuimos claramente superiores.
-¿Cómo fueron esos minutos finales?
-Terribles, el Coco se metía adentro de la cancha para que el árbitro lo terminara y quería adicionar. Fue un nerviosismo terrible. A esto se le agrega que yo en el segundo tiempo jugué con la mandíbula fracturada. Después de hacer el gol, en una segunda jugada, tiré una pared, casi hago el segundo y el central de ellos me tiró un codazo que me pegó en la boca y me dejó muerto. Llegué al vestuario después de que terminó el primer tiempo, yo no daba más del dolor. Basile me agarró y me dijo: “Usted no sale de acá ni loco, no puede salir de la cancha”. Bueno, así fue. Terminó el partido, ascendimos y el 4 de enero me operaron de la mandíbula, con 32 días con la boca cerrada. Sin poder entrenar, gritar un gol.
-No hubo festejo...
-No pude festejar nada, pero la alegría del gol y el ascenso no me lo saca nadie.
-¿Te quedaste con algún recuerdo del partido?
-Tampoco, ja. Ni bien terminó el partido, me saqué la camiseta y se la di a un alcanzapelotas para que no me la sacaran en la invasión de cancha. Nunca más lo encontré, ja.
-¿Cómo viviste el no poder seguir en el club?
- Yo necesitaba una oportunidad más, demostrar que estaba capacitado para jugar en Racing. Pero el préstamo era muy caro: 50.000 dólares. En esa época Racing compraba dos delanteros con esa plata. Era exagerada la opción que puso Lanús. Cuando volví estaba un poco enojado porque no se hizo eso, con pocas ganas de jugar, esos seis meses de transición que no jugó Racing yo sí jugué porque se jugaba un tercer ascenso con Lanús. Pero la cosa no quedó bien, quería irme. Yo mismo me conseguí lo de Gimnasia, pagué derecho de piso porque el plantel ya estaba formado, y me costó un poquito jugar.
-¿Desde Racing no se pudo hacer nada?
-No, en ese momento no. Hubo cambio dirigencial y trajeron a Rogelio Domínguez como técnico. Tampoco ahí hubo mucho interés, pero ya pasó. Mi carrera tenía que seguir.
-¿Tuviste la oportunidad de enfrentar a Racing en primera?
- Con Gimnasia, pero no tuve la oportunidad de jugar. Estaba en el banco ese partido. En Avellaneda y ganó Racing 1-0.
-¿Cómo fue volver después de todo lo que pasó?
-Muchos de mis compañeros del ascenso no estaban, sólo algunos. Pero el sentimiento más grande fue entrar a la cancha y ver toda la hinchada de Racing. Me senté en el banco y disfruté ese partido, no del resultado, porque defendía otra camiseta. Pero una sensación extraña de que yo hacía poco tiempo estaba vistiendo esa camiseta.
-¿Te quedó un amor por Racing en tu paso?
-Sin ninguna duda. Mi familia y mis hijos van a la cancha. Racing es una pasión.
-¿Cómo ves la actualidad deportiva de Racing?
-Lo veo bien, un equipo que sabe lo que quiere en la cancha, con un montón de juveniles que juegan muy bien y el equipo tiene identidad. Después, este es el último torneo que juega y sí siente un poquito de obligación. El jugador tiene que saber dónde está y lo que significa la camiseta.
- ¿Qué te parece el rendimiento de Centurión?
-Dámelo siempre para mi equipo. Que no juegue es una circunstancia y está perfecto, adaptándose siempre a la idea del técnico, las obligaciones y responsabilidades del club. Pero como jugador, por favor...
-En la Promoción con Belgrano, seguro que eras el primero en ponerte la camiseta...¿Pero también eras el primero en bajar a Bustos antes del mano a mano con Gullota?
-Seguro que sí, ja.
Lo digo sin googlear, pero me parece que en el octogonal con Banfield los resultados fueron 3-1 y no 3-0 para cada uno, y la ida de la final estoy seguro que fue 4-0.